Se presentó en la sala Roberto Arl’ de la 42º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el Tomo V de la Historia de ATE, escrito por el compañero Daniel Parcero.
Este nuevo volumen, que cuenta la historia del sindicato entre los años 1966 y 1973, lleva como título ‘Recambio y Reagrupamiento – Entre la combatividad y la ortodoxia’, y fue presentado frente a una gran cantidad de compañeros y compañeras.
La presentación del libro, que fue introducida por el compañero Walter Oliverio, del Departamento de Cultura del Consejo Directivo Nacional de ATE, contó además con la exposición de los ex Secretarios Generales de las Seccionales Santa Rosa (La Pampa), Daniel Pineda, y Villa María (Córdoba), Cacho Mengarelli, quienes tomaran la posta en sus respectivas provincias, de las mejores tradiciones de combatividad de los años 70’ que se reflejan en el quinto tomo de la Historia de la ATE.
Los compañeros se refirieron a la recuperación que se logró, a través de la investigación de Parcero, de aquellas páginas de lucha que habían quedado en el olvido junto a sus protagonistas.
A su turno, el autor destacó la trascendencia de haber recuperado para la memoria militante la incidencia de ATE en la fundación de la CGT de los Argentinos, y la intransigente participación de filiales en la regionales de aquella central conducida por Raymundo Ongaro nacionalmente, como en La Pampa, desde una dirigencia clasista; en Córdoba, con decidida participación en el Cordobazo de su Secretario General, Héctor Castro; en Rosario, con Héctor Quagliaro, y también en La Plata y Ensenada.
Parcero remarcó el proceso de descomposición de la CGT de los Argentinos a partir de la deserción de ATE, por entonces conducida por Juan Horvath. El autor relató cómo Juan Domingo Perón, desde su exilio forzado, le pidió a Horvath el retiro de ATE como prenda de unidad, en virtud de profundizar la posibilidad de su retorno al país, hecho que repercutió en el seno de la organización como un giro de la combatividad a la ortodoxia.
A decir del autor, ésta situación llevó a que no solo ATE no haya resultado beneficiada con cargos en la unificación cegetista, sino que profundizó las convicciones de la dirigencia del interior que se sumaron a las puebladas del interior rebelde a partir del Cordobazo.
Esto abrió el verdadero camino que puso fin a la dictadura militar, permitiendo el regreso de Perón y la posterior llegada de la primavera camporista.
Parcero además comentó: “Para aquellos tiempos, Héctor Quagliaro, integrante de la Conducción Nacional de ATE junto a ‘La Perra’ Castro y el rosarino ‘Negro’ Aguirre, desde las Agrupaciones Combativas Peronistas declararon la voluntad por ‘Permanecer con la mirada en las tres banderas del peronismo en la construcción del socialismo nacional’, poniendo en practica los programas obreros de Huerta Grande y el 1º de Mayo del 68”.
El autor luego explicó cómo, con la nueva llegada de un Gobierno popular, legisladores obreros a niveles provincial y nacional surgieron de las filas de ATE, y la voz del rosarino Héctor Quagliaro, expresada el mismo 11 de marzo de 1973, día de las elecciones, en el seno de Consejo Directivo, redobló la apuesta en cuanto a sostener “el carácter revolucionario de ATE en relación al sindicalismo, junto a otras agrupaciones obreras pretendiendo ser una corriente interna del peronismo y ratificación permanente de la lealtad, con obediencia a Perón hacia arriba, y a las bases por abajo”.
Finalmente, Parcero relató cómo el camino decidido por gran parte de las dirigencia del interior, parte del Consejo, y la incipiente pujanza combativa de ‘la Buenos Aires’, será cuestionado severamente por Horvath, con la llegada de Perón al frente del Gobierno.
Parcero además contó cómo, en ese mismo día, el Secretario General nacional sentenció que desde ese momento todo sería por dentro del Movimiento Nacional Justicialista, y que determinaría sanciones para aquellos que se movieran por fuera de esa conducción, actitud que tomó a la par que el Gobierno, tras la muerte del líder, comenzó a derechizarse.
Sin embargo, anticipó Parcero, en el proceso de los diez años siguientes y a pesar del burocratismo colaboracionista encarado por Horvath, germinó la semilla sembrada por Quagliaro, y ATE resultó democratizada y fortalecida a partir del nacimiento de ANUSATE y la recuperación de la democracia dentro de la organización.