ATE Junín

Asociación Trabajadores del Estado

Testimonios del XXVI Encuentro Nacional de Mujeres

Hace algunos meses, las noticias en los diarios anunciaban que Bariloche enfrentaría una invasión de ratas justo para esta época. Como todavía no nos cruzamos con ningún roedor, podríamos suponer que se trataba de una descripción machista del fenómeno del Encuentro Nacional de Mujeres, que este año es el número 26 y tiene sede en esta ciudad turística de Río Negro. Miles de mujeres viajamos a Bariloche desde diversos puntos del país para participar del encuentro.

Nos recibió un cartel que decía: “XXVI Encuentro de Mujeres; Bienvenidos”. Un oportuno aerosol había reemplazado la O por una A. El acto de apertura se realizó en el Velódromo Municipal pasado el mediodía. Varios contingentes no habían llegado todavía, pero no importó. Nos apuramos a particiar de los muchos talleres organizados, y de las actividades programadas. Caminamos por la ciudad para ir a uno u otro espacio y nos saludamos fraternalmente.

La vivencia es de hermandad. Los encuentros nacionales siempre generaron importantes resistencias, desde que comenzaron en Buenos Aires en el año 86. En esa primera ocasión concurrieron mil mujeres. Marta Migueles, de aquella comisión organizadora inicial, nos contó que el primer encuentro superó las expectativas, y que no tenían idea de qué podían significar: “ni nosotras ni las mujeres que participaron, sospechábamos que iba a suceder con estos encuentros”. Reflexionando sobre el motor de aquella decisión, señaló como importante: “la necesidad de que las mujeres hablemos de nosotras desde nosotras y priorizando nuestras problemáticas, no las de los hijos o las de los compañeros, como sucede habitualmente”. Con respecto al proceso de todos estos años, nos dijo: “En el primer encuentro había más mujeres con participación en estratos ya políticos, hoy hay más gente joven, más amas de casa, estudiantes y mujeres que se transforman profundamente a partir de esto”, y considerando los intereses que despierta un movimiento tan significativo nos dijo: “siempre hubo sectores que quisieron apropiarse de los encuentros, pero las mujeres seguimos defendiendo que ninguno pueda hacerlo”. Cuando le agradecimos la entrevista, y el haber sido parte de áquel momento inicial que 26 años más tarde celebramos, Marta fue contundente: ” el agradecimiento se lo doy yo a cada una de las mujeres que siguen participando”.

1986- 2011: Cómo es participar de todos los Encuentros Nacionales de Mujeres

Graciela Tejero Coni participa de los Encuentros Nacionales de Mujeres desde hace 26 años, desde el primero, allá por el año 1986. Recuerda áquel como una batalla, porque “fue una gran batalla organizarlo”, y porque fue un triunfo tener la respuesta de 1200 mujeres de todo el país y algunas latinoamericanas que participaron en el Teatro San Martín en la ciudad de Buenos Aires. “Era un momento importante de unidad de todo el movimiento de mujeres que reconquistábamos la democracia, aunque para algunos de carácter formal. Salíamos de la lucha antidictatorial, y nos daba también el triunfo a las mujeres como parte del pueblo. Ese primer encuentro tenía ese marco reivindicatorio, no sólo desde las conquistas de las mujeres exclusivamente, sino desde un contexto de unidad mucho mayor. Marcó una época”. Pensando en la proyección de los Encuentros Nacionales de Mujeres, Graciela nos dice: “no supusimos que iba a tener el desarrollo, ni a envergadura, ni la continuidad que han tenido”. Las mujeres participamos de los encuentros desde nuestra propia experiencia, desde cómo vivimos el ser mujer, desde lo que nos pasa a cada una, que muchas veces es un punto de encuentro con las otras. Nuestra entrevistada hace un relato de cómo lo vive ella: “cada año he redoblado el compromiso de volver al año próximo. Cada vez he aprendido cosas nuevas, de la experiencia de las otras. Aprendí a conocer a las mujeres de mi país. Estar con una hojalatera del tomate de Santiago del Estero, con una compañera de la industria del pescado del Mar del Plata, o con una abuela mapuche de Neuquén. Mujeres que tienen puntos en común pero que tienen mucho que aprender unas de otras”. Graciela es militante desde los 14 años, desde esa experiencia subraya la importancia de los encuentros: “vinieron a darle forma a luchas que cada una de nosotras veníamos dando dentro de nuestras organizaciones o con nuestras parejas. El saber que esa lucha podía estar organizada y tener un carácter colectivo la enriqueció”. También señala: “los encuentros servirán en la medida en que den respuestas a las necesidades de las mujeres”.

Nadie que ha pasado por un encuentro vuelve igual. “El hecho de dejar su casa, no tener que pensar que cocinar, planchar el guardapolvo de los hijos para la escuela, llevar a los chicos al colegio, ese sólo corte de la vida doméstica tiene mucho valor para las mujeres”. A los que dicen que los encuentros tienen más un carácter turístico que militante, Graciela les responde: “eso es justamente algo que reivindico, que las mujeres tienen derecho a conocer, a vivir con libertad, a compartir con las otras. Eso tiene el valor de lo que en el movimiento feminista llamamos la hermandad y que nos hace crecer como personas”.

 

Fuente: www.agenciawalsh.org / www.anred.